La cicatriz del medio día
se ha desvanecido de mis hombros
y empalidezco poco a poco
simulando quererte.
Veo en tus ojos osadía siniestra
mientras el canturreo de tu voz
chorrea un silencio asfixiante,
excitante y quieto,
que se empoza en mi piel,
abierta de aromas,
cerrada en ciego
que palmo a palmo destrozas
y deslizas entre tus dedos.
En el techo están pegadas
mis frases más largas,
tus silencios.
Y ya no finjo quererte.
Te colapsas entre mis rodillas y
tu pecho se agrieta ahora.
Lleguemos al final.
Ahora, duérmete solo,
¡simula quererme,
que tus besos se empolvan
y la rutina los endurece…!
Hoy no,
no me pintaré los labios
para ti…
se ha desvanecido de mis hombros
y empalidezco poco a poco
simulando quererte.
Veo en tus ojos osadía siniestra
mientras el canturreo de tu voz
chorrea un silencio asfixiante,
excitante y quieto,
que se empoza en mi piel,
abierta de aromas,
cerrada en ciego
que palmo a palmo destrozas
y deslizas entre tus dedos.
En el techo están pegadas
mis frases más largas,
tus silencios.
Y ya no finjo quererte.
Te colapsas entre mis rodillas y
tu pecho se agrieta ahora.
Lleguemos al final.
Ahora, duérmete solo,
¡simula quererme,
que tus besos se empolvan
y la rutina los endurece…!
Hoy no,
no me pintaré los labios
para ti…