Suave,
de lecho claro,
enguijarrado en sus ojos
se sumerge.
Y tras un amanecer
de colores salvajes y sobrios
regados por todas partes,
tienden sus garras en las cortezas,
en las místicas,
en los árboles.
Sobre su espalda
declines vehementes.
Son de nuevo,
sus ojos como abismos
rodeados de agua estancada
en que caemos
muy dentro de sus pupilas.
Veo sus dientes tristes
cayendo como flechas
bajo su perfil enajenado y frío
trinando al matar gorriones
de lecho claro,
enguijarrado en sus ojos
se sumerge.
Y tras un amanecer
de colores salvajes y sobrios
regados por todas partes,
tienden sus garras en las cortezas,
en las místicas,
en los árboles.
Sobre su espalda
declines vehementes.
Son de nuevo,
sus ojos como abismos
rodeados de agua estancada
en que caemos
muy dentro de sus pupilas.
Veo sus dientes tristes
cayendo como flechas
bajo su perfil enajenado y frío
trinando al matar gorriones
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