Monday, September 24, 2007

quelq'un qui fait quoi?

¿Aún hay vida en este lugar?
¿Siguen escribiéndose cosas como las anteriores?
¿Alguien puede leer esto?
¿Sigo estando yo aquí... todos se fueron?
¿O soy yo quien se fue?

Escuchen... aún respira este lugar... a lo mejor no está del todo muerto...
a lo mejor está sufriendo... uno nunca sabe de lo que los lugares como éste sienten.
Realmente creo que está deprimido, nadie viene a verlo.

En fin, ya que nadie jugó "El juego", yo jugaré. A ver, ocho cosas sobre mí:

1. Nariz. Nariz del cirano de bergerac. De alcanzaquesos. De tirabuzón. Ya exagero.
2. Sonrisa. No la mía, sino la que lleva ella entre sus piernas. Es mía.
3. Gusanos. Gusanos me comen. Gusanos del aburrimiento que brotan y se alimentan de mí.
4. Necesito un vaso con agua. Siempre lo necesito.
5. Lluvia. Está sobre mí, al lado de mí, detrás de mí, abajo de mí, incluso en mí.
6. Camino. No por pose. Porque me aburro. Por eso camino. Camino mucho. Mucho.
7. Mi cámara. Ahí está siempre esperándome. Entonces la tomo y veo todo a través de ella. Me deja ver lo que ella y yo la hago ver lo que yo.
8. Me gustaría ser esquizofrénico. Con la carrera que llevo, ¡seguro lo logro!
9 (por pura pose). Me caga la psicología por hacerme ver como copia de un estereotipo y tener la puta razón.

Sunday, September 16, 2007

Toma dos

– Hola.
Hizo una cara de “¿y tú qué, de dónde saliste?".

– Oye, ¿me das tu hora?
– Cinco y cuarto.
– Ya es tarde, ¿no?
No hubo respuesta.

– Está bonito el día, ¿no?
Volvió los ojos hacia las pesadas nubes que sofocaban el cielo, luego hacia mí. Se tragó un seco “no”.

–Bueno, no importa. Es que de pronto sentí la necesidad de hablarte. Tú sabes, es como los estornudos, es malo retenerlo. Así que vine, y bueno, heme aquí.
Siguió mirándome.

–Bueno, la verdad es que no tengo nada qué decirte, pero estoy intentando pensar en algo. Es difícil, pero lo hago porque de verdad me gustaría conocerte… Sí, es algo extraño, lo sé, pero te digo que es algo que debía hacer. Sentí de pronto que debía venir a hablarte. Es como cundo tienes un antojo, no puedes pensar en otra cosa, y pasa que si no lo haces, luego salen traumas o cosas por el estilo.

Rió por primera vez. Agachó la mirada.

–Sí, te he estado viendo. Tal vez en otra situación yo habría hecho lo mismo – dijo al fin.
–¿Lo ves? Es algo en definitiva forzoso. Sabía que no era sólo yo quien de pronto se sintió así. Me alegra saber que por lo menos ya sabías que existía.
–No te creas, no te había visto antes.
–Pues yo sí, creo que eres muy bonita y personas como tú nunca pasan desapercibidas.
–¿En serio? ¿O sea que hay más personas como yo?

Me quedé callado, no estaba listo para esa respuesta. No sabía si tomarla por fresa y largarme o como una oportunidad que me estaba dando para argumentar algo que le hiciera sentir un cumplido de mi parte.

–Ya te tardaste demasiado en contestar. No lo pienses mucho, cuando estés hablando con ella hazla sentir bien, claro, sin llegar al extremo. Podrías haberte disculpado y haber dicho algo como “no quería decir eso, sino que me gustas y a veces no puedes escapar tan fácil de mis ojos”… bueno no, se oye muy artificial y muy urgido… mejor algo como “pues sí, incluso las hay más hermosas… como mi amiga Gaby”.
–No manches, Gabriela, me va a mandar al cuerno.
–¡Ay, papá! Con esa originalísima manera de iniciar una conversación hasta yo te habría mandado al diablo desde hace ya rato. ¡Piensa! Di algo más original, o no sé, llama su atención… pero no con tus ridículos chistes ni con tus maromas ni tus extrañas poses de yoga ni tus patadas locas al aire.
–No son patadas locas al aire, se llama Capoeira.
–Lo que sea, de todas maneras, vamos a volverlo a hacer. Vete a sentar allá otra vez ¡Y piensa en lo que vas a decir!
–Sale, ahí voy de nuevo… pero ya no seas tan fría…
–¡Favor que te hago!

Tuesday, September 11, 2007

DOS DE LA TARDE


Son las dos, puntual como siempre. En la segunda banca a la derecha. “Los jardines son tuyos cuídalos”. Le falta la A.

Ya son dos y cuarto. ¿Si nos quedamos de ver a las dos?, y ¿si escuché mal y era a las doce?, no, estoy segura de que era a las dos o ¿no?

Dos y media, ¿era en la segunda banca de la derecha o de la izquierda?, o ¿era de allá hacía acá?

Cuarto para las tres, ¿nos quedaríamos de ver hasta el otro lunes? Supongo que no tiene importancia alguna, si no llega en cinco minutos me iré al cine o a caminar.

Existe una variedad impresionante entre todos los zapatos andantes que veo pasar. Ya pasaron los cinco minutos, pero ¿si me voy y en ese momento llega? Otros diez minutos y ya me voy.

¿Será que ahí viene? Sí. Vaya, se tardó muchísimo, y ahora va a llegar, me dará un beso en la mejilla derecha y se sentará junto a mí.

—Hola, lo siento. —


Ahora va a darme una excusa por haber llegado tarde, algo así como que el transporte se tardó mucho o quizá que se quedó dormido, o que estaba haciendo no sé qué y no vio la hora, o que el tráfico estaba horrible, o que le llamaron por teléfono y se tardó, o que se confundió, etc. El resultado de cualquier excusa que me dé, que por cierto no escucho por estar pensando esto, será el mismo, llegó tarde, ¿y qué? Le tendré que decir que no importa o algo así.

—Por eso llegué tan tarde, de verdad lo siento. —
—No te preocupes, lo bueno es que ya estás aquí. —
—Pensé que ya no te iba a encontrar. —
—De hecho estaba por irme. —
—Y, ahora que hacemos. —
—No sé. —

Me molesta tanto la confusión y la tensión provocada sólo porque a alguien se la atraviesa un camión.