Tuesday, September 11, 2007

DOS DE LA TARDE


Son las dos, puntual como siempre. En la segunda banca a la derecha. “Los jardines son tuyos cuídalos”. Le falta la A.

Ya son dos y cuarto. ¿Si nos quedamos de ver a las dos?, y ¿si escuché mal y era a las doce?, no, estoy segura de que era a las dos o ¿no?

Dos y media, ¿era en la segunda banca de la derecha o de la izquierda?, o ¿era de allá hacía acá?

Cuarto para las tres, ¿nos quedaríamos de ver hasta el otro lunes? Supongo que no tiene importancia alguna, si no llega en cinco minutos me iré al cine o a caminar.

Existe una variedad impresionante entre todos los zapatos andantes que veo pasar. Ya pasaron los cinco minutos, pero ¿si me voy y en ese momento llega? Otros diez minutos y ya me voy.

¿Será que ahí viene? Sí. Vaya, se tardó muchísimo, y ahora va a llegar, me dará un beso en la mejilla derecha y se sentará junto a mí.

—Hola, lo siento. —


Ahora va a darme una excusa por haber llegado tarde, algo así como que el transporte se tardó mucho o quizá que se quedó dormido, o que estaba haciendo no sé qué y no vio la hora, o que el tráfico estaba horrible, o que le llamaron por teléfono y se tardó, o que se confundió, etc. El resultado de cualquier excusa que me dé, que por cierto no escucho por estar pensando esto, será el mismo, llegó tarde, ¿y qué? Le tendré que decir que no importa o algo así.

—Por eso llegué tan tarde, de verdad lo siento. —
—No te preocupes, lo bueno es que ya estás aquí. —
—Pensé que ya no te iba a encontrar. —
—De hecho estaba por irme. —
—Y, ahora que hacemos. —
—No sé. —

Me molesta tanto la confusión y la tensión provocada sólo porque a alguien se la atraviesa un camión.

3 comments:

Gerardo said...

eummm... Te diré que el texto es bueno, deja entre ver una especie de rutinario encuentro. Refleja mucho de lo uno piensa cuando está esperando, de lo molesto y estúpido de una excusa. Hoy estuve esperndo, incluso... y me dije algo parecido, sólo que en vez de banca era estación del metro. Me gustó lo del letrero, es verdd que uno en la desesperante paciencia se pona a escudriñar todo lo que le rodea, y con tal de no aburrirse (o tal vez en concecuencia) descubre uno mil defectos: "ese tipo camina como pingüino, esta piedra no está cómoda, ese letrero tiene un falta de ortografía, las rayas del piso no están derechas, el techo está despintado, hay ratones sin cola corriendo por las vías... ¡qué cagado!... ¿o qué triste?".
Toda marcha despacito. Pero la última frase no me gustó. Ese final se ve muy forzado, repita algo que ya se supone desde que empieza a decir lo del pretexto.
Por lo que entiendo el personaje no está muy convencido de querer estar con aquél que llegó tarde, ¿porqué no darle un final que remarque ese tedio? No sé, se me ocurre "ahora sigue lo peor, él empieza a pensar a dónde ir y yo sólo espero... al final acabamos en la banca de la izquierda, contemplndo la letra que falta en el letrero y pensando ¿'Por qué no me fui cuando podía'?".

emp said...

tú final es curioso, de hecho muy gracioso.

no sé sí sea adecuado, de hecho como pedite que subiéramso algo subí este texto que tiene como tres años guardado y lo recordé un día en que estaba esperando.

jaja

que te vaya bien

un gustazo como siempre

TonatihuTorres said...

Possss...