Wednesday, August 29, 2007

Yo sabía (este no es el título)

Yo sabía que de algún modo tenía que salir de ahí. Tomé una piedra que estaba a mi lado y lo golpeé fuertemente en la cabeza, inmediatamente su hocico se abrió y dejó mi brazo sangrando. Muerto de miedo, me arrastré hasta la orilla de aquél barranco donde había un árbol y cuando el maldito se recuperó del trancazo y se dejó venir, arranqué la rama más próxima y puntiaguda que encontré y se la enterré en el pecho. El pobre animal ése se sacudió y dio terribles aullidos de dolor. Se anduvo retorciendo un poco mientras yo lo contemplaba con el corazón casi a punto de reventarme, hasta que por fin el maldito estiró la pata. Me puse de rodillas y apoyándome en el pobre árbol manco me levanté y así tambaleando de un lado a otro, chocando con todas las piedras y a pesar de que sólo había la luz de esa luna llena, logré encontrar el camino de regreso a la carretera.

Una vez arriba, mi carro no estaba. “Hija de puta” pensé. Caminé hasta que se me entumieron los pies y me dejé caer en el pasto. Al poco rato pasó un coche, me levanté como pude y le hice señales para que me diera un aventón… ¡sí cómo no! Lo único que conseguí fue que el imbécil me bañara cuando paso por un charco de agua enorme. Me quedé dormido en la hierba al lado de la carretera.
“¡Qué pinche frio!” Pensé como a eso de las cinco o seis de la madrugada según mis cálculos. Mi reloj se detuvo a la una dieciséis cuando ese monstruo mordió mi brazo. “Pinche monstruo”.
Cuando empezó a amanecer ya no aguanté más el frío y comencé a caminar. Al poco rato comenzaron a pasar los primeros carros, pero nada de aventón. “Pinches vatos”.
Así pues llegué a mi casa caminando, pero pues cuáles llaves. Maldije a aquélla de nuevo. “Seguramente me ha de creer muerto, pero ni madres, ¡Aquí sigo, cabrona!”. Rompí la ventana del baño y entré por ahí. Casi me caigo cuando intenté saltar del barandal a la marquesina. Tanto escándalo hice cuando caí dentro que creí que se iban a despertar todos… ¡pero pues cuál todos! Nadie en la casa. Me recosté en el sillón y ahí me quedé jetón como tres horas hasta que el hambre ya no me dejó seguir así. Al poco rato llegaste tú.
Bueno, y tú te preguntarás “¿Pues qué chingados le paso a este vato?” Y bueno, a eso iba.
Resulta que la loca de mi novia (o ex novia, no sé) decidió ponerme el cuerno con mi mejor amigo… “típico”. Bueno esa no es la bronca. Ni si quiera le reprocho a uno por gandaya y a otra por perra. Es más, bien lo tenía merecido por haberlo hecho yo con su novia. Ahí está la bronca. Que su novia se enteró por no-sé-quién y le vino un pinche coraje de aquellos. Para ese entonces yo todavía no me daba tinte del asunto. El caso es que recurrió a mí y luego de verme como tres días pa’ chingarme (porque es ella la que me chinga y no yo a ella… en eso quedamos), a la cuarta me dijo “Mira, guapo”, desde ahí yo dije, “esta vieja quiere algo”, luego de esmerar una linda sonrisa fingida continuó: “Sábete pues que tu novia te pone el cuerno”, “Chale” dije. Me le quedé viendo como diciendo “no hay tos”, pero ella insistió. “Bueno, ¿y qué quieres que haga?” Bueno y pa’ no hacértela larga me pidió que le diera en su madre al tipo. Cuando le pregunté para qué, respondió que a poco así me iba a quedar con los bazos cruzados. Me vi desnudo al lado de ella y no dije nada. Luego le dije que ni si quiera sabía quién era y me dijo que fuera a ver y que si quería ella podía acompañarme. Le di las gracias de todo corazón (tú sabes, de corazón ñero) pero que la verdad no estaba en posición para hacer eso. Le dije que mejor continuáramos aquello que tan inapropiadamente habíamos interrumpido, pero me dijo que si yo no iba a madrearme a ese güey, nomás no. “Bueno, ¿Y a ti qué chingados te importa si me pone o no el cuerno?” Entonces comenzó a decir que eso no lo iba a permitir porque Rosita era una chava buena onda y que no se valía, que yo le había dado siempre todo y que ahora cómo me pagaba… Como eran más mis ganas de cogérmela que de estar aguantando sus rollos, acepté sin más ni más.
Quedamos en que ella investigaría dónde acostumbran verse y ahí les caeríamos. “Sale” dije todo fumigado. Y así fue. No sé cómo diablos le hizo pero a la semana siguiente llegó con una sonrisita maligna más como de quien va a cumplir una venganza, diciéndome que esa tarde se verían en el hotel “El Recreo” pa’ comerse la torta. Aunque insistió en llegar antes de que entrasen, yo no cedí. Le dije que más valía agarrarlos relajados.
Así pues llegamos como media hora después de la cita. Nos estacionamos enfrentito y ahí esperamos oyendo cientos de comerciales en la radio.
Pasaron como dos horas y jamás salieron. Ya me estaba arrepintiendo de haber ido cuando a la otra se le ocurrió ir preguntar. Fue y regresó en un parpadeo. Según le dijo el recepcionista nomás habían estado como veinte minutos. “¿Y aún así me pone el cuerno?” me pregunté. No pude evitar pensar en lo poco que habría durado eso y en lo mal que me sentí por haber sido reemplazado por alguien así.
Como la otra insistió, fuimos a dar la vuelta al parque a ver si estaban ahí. Ya obscureciendo le dije que lo olvidara, que al fin a mí ni me importaba. Pues toda indignada volteó hacia la ventanilla y ¡oh, desgracia mía! Los vio.
Con un escandaloso “¡Ahí están!” hizo que parara. Cuando me di la vuelta para ver, ahí estaban. La pinche Rosita de espalda, con unas manos en la cintura y besando una boca. “Mierda” dije.
Hasta ahí todo parecía marchar de acuerdo al plan. Yo me bajaría del coche y armaría una escenita que terminaría en golpes. ¡Pero momento!... antes de salir, se me ocurrió ver la cara del tipo. Era el Sapo, el novio de la Gabriela Cerré la puerta. “Pinche Gabriela, no tienes madre”. Arranqué y me alejé de ahí mientras la otra me empezó a decir que porqué chingados no me regresaba, que si no que muy hombrecito, que si me faltaban huevos y un montón de cosas. Como no le hice caso al principio se enojó más y me empezó a pegar. Me dijo que yo nomás la quería para coger, que era un hijo de puta, y no sé qué tantas cosas más. Me detuve más adelante y le di un cachetadón tremendo para que se callara. Salí un momento del coche para deshacerme de ese coraje que me invadía tan prominentemente.
Pues en eso estaba cuando siento un madrazo en la nuca. De ahí ya no supe nada hasta un rato después cuando desperté todo herido, como si me hubiera caído de un barranco. Observé bien, y estaba en un barranco. Muy a lo lejos y arriba se oían los coches aún. Intenté levantarme, y me dolió mucho una pierna. Y sucedió que justo cuando empezaba a ponerme de pie, un perrote como de metro y medio de altura se me vino encima… y lo demás ya lo conoces.
Así que, cabrón, cuando vea a tu pinche hermanita me las va a pagar. De ésta no se va limpia. No sé por quién chingados me toma pero esto no se queda así. Va a ver con quién se metió, no se la va a acabar… Porque déjame decirte que le traigo unas ganas…

1 comment:

emp said...

qué onda? creo que me voy a hacer tu fans, pero volviendo al texto, me parece bueno y fluido, el lenguaje me parece bien utilizado, aunque... creo, como siempre, que puedes mejorarlo más, la historia esta medio confusona, pero creo que el pedo es que él le pone el cuerno a su novia (rosita) con la novia de su amigo, y así como él la usa para coger, ella lo utiliza para madrearse al novio, el problema es que no entiendo xq lo aventaron a un barranco???

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